Es esta zona del río Alberche bastante desconocida y a la vez bastante interesante, y más teniendo en cuenta que no se trata de ninguna zona masificada.
Zona cercana al nacimiento, pero una vez superada ya la carretera que une Ávila con Toledo pasando por el Puerto del Pico y por Arenas de San Pedro, y muy lejos de sus zonas más famosas, principalmente los embalses del Burguillo y de San Juan, así como las zonas de baño que nos podemos encontrar en numerosos pueblos como Burgohondo, Navaluenga, Aldea del Fresno o Escalona.
Un río con un trazado particular, si lo pintáramos en un mapa en blanco resultaría bastante extraño, ya que va durante muchísimos kilómetros hacia el este (todo su recorrido por la provincia de Ávila), para a la altura de Aldea del Fresno más o menos girar en dirección oeste-suroeste para acabar desembocando en el Tajo casi en Talavera de la Reina.
Pues en este tramo, casi del curso alto del río, al igual que en casi todo su recorrido, encontramos pequeñas zonas de baño y puentes interesantes.
Con una descripción de ruta un poco compleja de plasmar en un mapa, dejamos el coche en la Venta Rasca, cerrada, y con mucho menos nombre que las del Obispo y Rasquilla.
Desde allí, cruzando un mini puente, atravesamos una puerta y nos adentramos por una pradera con un basto pinar a la derecha en la ruta.
Enseguida nos pusimos en paralelo con el río, manso por la falta de desnivel, y con no mucho caudal.
Poco después nuestro camino paralelo al río se va separando un poco y empieza a ascender, para toparnos con las típicas puertas que algunos, con el permiso de las administraciones, le ponen al campo.
Tras atravesar una, y una cadena, seguimos ascendiendo, quedando el río bastante más abajo y formando un pequeño e interesante cañón en ese punto.
El camino no tenía muy buena pinta, y efectivamente poco después se terminaba junto a una casa de labranza, a cierta altura del río, y sin verse ningún sitio claro por el que bajar.
Así, que como además el coche quedaría muy lejos para la vuelta, deshicimos esos aproximadamente 3,5 kilómetros hasta el coche.
Desde allí, fuimos sobre seguro y nos acercamos hasta Hoyocasero, tomando el desvío que te envía al río.
Tras avanzar unos tres kilómetros en coche por una pista sin muchas dificultades, dejamos el coche y nos dirigimos al famoso puente de Hoyocasero que parecía indicar que estaba allí al lado.
Y efectivamente, llegamos enseguida a él, todavía en esa especie de cañón en la que iba el río, ya que realmente estábamos muy cerca de donde habíamos terminado el anterior tramo, pero al lado del río.
Se trata de un puente de un sólo ojo, interesante y bien conservado, con una pequeña zona en la que la gente se puede bañar.
Todo un tesoro en medio de la naturaleza y en un sitio interesante.
Así que desde allí nos pusimos a hacer otro trozo de ruta. Se veía un vértice geodésico bastante cerca, pero finalmente no encontramos el mejor camino para subir y lo dejamos.
Tomamos el camino por el que habíamos llegado al puente en sentido contrario y lo continuamos cuando llegamos a la bifurcación que habíamos dejado el coche.
El camino enseguida se acaba y se llega a otro pequeño cañón del río. Así que bajamos con facilidad hasta él y allí elegimos el mejor sitio para cruzarlo.
Desde allí salía un camino bien definido que, al principio paralelo al río, y luego ya alejándose nos fue proporcionando un agradable paseo, con sombra, y adentrándonos en el término de Navalosa, el cual se veía a mano izquierda.
Un poco más adelante, con el camino tendiendo a alejarse de Navalosa, tomamos una bifurcación que giraba a la izquierda y que pronto nos volvió a acercar hasta el río, donde con alguna casa en su proximidad, y ya sin esos encajonamientos, había una pequeña y agradable zona de baño que estaban utilizando unas cuantas personas.
Desde ahí avanzamos unos 200 metros más paralelos al río por la parte derecha y llegamos hasta un curioso puente de piedras que tenía ganas de ver, con una pradera al lado, ya en una zona mucho más tranquila del río y muy recomendable para hacer un picnic o pasar un buen rato allí.
El calor, aún no siendo muy intenso, se notaba por la falta de nubes y de sombras, y el agua empezaba a escasear un poco.
Así que desde allí observamos un momento el camino de vuelta hasta el coche, que por suerte estaba muy bien definido, y que transcurría por el otro lado del río al que habíamos llegado hasta ahí y viendo el recorrido que habíamos hecho al estar un poco más elevados.
Un tranquilo paseo de unos tres kilómetros más con el único inconveniente del calor y la sed.
Llegamos al coche y subimos a Hoyocasero a coger agua de una fuente.
Y ya que estábamos allí nos entró curiosidad por ese cartel, en color morado, del Cerro Gallinero, que se anunciaba dos veces en el pueblo.
Así que cogimos el coche y subimos hasta allí.
Aparcamos al lado de un poste de madera del que extraímos un folleto, donde venía explicado lo que era el Cerro Gallinero.
Una serie de formaciones y creaciones de diversos artistas, en un paraje fantástico, a unos 1600 metros de altitud, que resultaron bastante curiosas.
Me dio un ligero aire al Bosque de Oma, en Vizcaya, por el emplazamiento tan aislado del sito, y por ser obras de artistas en la naturaleza, y también al no muy lejano Castro de Ulaca, por la ubicación y por ser las piedras protagonistas.
Así que fuimos recorriendo casi todos los 26 puntos de interés marcados en el folleto y haciendo diferentes fotos de los mismos y de las vistas que teníamos, al oeste Gredos y El Torozo, al sur El puerto de Serranillos y la cuerda sobre el Valle del Tiétar y de Iruelas, al este Villanueva de Ávila y el terreno que va hacía Burgohondo y Navaluenga, y al norte el Pico Zapatero y su sierra.
Una buena alternativa cultural para mezclar con la ruta a pie, además de otros 3 kilómetros, y una buena forma de acabar la jornada y de hacer algo diferente a lo habitual.