Me llevaron por Semana Santa al pueblo y aprovechando el único día que no hacía mal tiempo, me llevó mi hermano a ver la cascada que nos quedó pendiente en Villanueva de Ávila el mes anterior y otra que hay en las proximidades, en el pueblo de Serranillos.
Son dos rutas cortas, fáciles y tranquilas, y con una recompensa final muy agradable, siempre y cuando el tiempo respete.
La primera, llamada al parece Chorrera del Orco, parte de un camino que sale a la derecha, en la carretera que va del pueblo al puerto de Serranillos. La ruta también se puede hacer desde el pueblo, y quizás sea más recomendable en un buen día o para una persona físicamente normal, ya que donde os digo que empieza la ruta en teoría no se puede aparcar el coche.
Pero lo dejamos ahí, no tenía pinta de que fuera a molestar a nadie ni que nadie más tuviera la misma idea y quisiera aparcar ahí también.
Esta ruta no se sale en ningún momento de ese camino que empezamos, y que es apto para vehículos todo terreno. Tras un kilómetro y medio aproximadamente en ascenso, entre la niebla, llegamos a una bifurcación, y por la derecha se nos incorpora el camino que viene venir desde el pueblo.
Atravesamos una puerta y un paso canadiense y seguimos camino adelante. Curiosamente aquí a más altitud, se ha despejado un poco el cielo, y en este páramo se puede ver al fondo creo que el pueblo de Navalosa, así como parte de la sierra de la Paramera.
Desde que atravesamos esa puerta son otros dos kilómetros y medio aproximadamente, en ligero descenso, en los cuales tendremos una fuente a mano izquierda y al girar una curva, ya con el murmullo del agua, nos encontramos con esta sorprendente chorrera, a forma de sábana, que en directo impresiona porque tiene una buena altura y sobre todo porque se encuentra al lado del camino, siendo por lo tanto de acceso para casi cualquier persona, y una de las más interesantes de la provincia de Ávila a pesar de no ser muy conocida.
El camino de vuelta el mismo que el de ida pero en sentido contrario.
Una vez visto ésta, y tras comer y descansar un buen rato, ya que había tiempo de sobra, retrocedimos con el coche hasta Serranillos y posteriormente hasta Navarrevisca, desde donde sale una carretera que comunica directamente con Villanueva de Ávila.
Hay que llegar casi hasta el final de esta carretera que desemboca a la salida del pueblo, con la que sube hasta el Puerto de Mijares.
A unos 500 metros de finalizar esta carretera, hay un doble camino a izquierda-derecha y un pequeño hueco a la izquierda para estacionar el coche. Como habíamos estado por la zona hace poco, pero se nos hizo de noche, ya lo sabíamos.
Cogemos el camino que salía a la derecha en el sentido que traíamos (el que está en ascenso), y tranquilamente vamos ascendiendo en busca de este segundo salto de agua.
Llegamos a una interesección con una caseta, seguimos por la derecha (por la izquierda bajaremos luego). Ya cuando estamos llegando al arroyo, hay un claro, y aunque el camino sigue de frente hasta el arroyo, no cometáis el mismo error que nosotros, que seguimos, cruzamos el arroyo, nos mojamos los pies, y avanzamos un poco por la otra orilla, en un terreno anegado que no llevaba a ninguna parte.
Todavía estamos unos metros más abajo de la cascada, y en ese claro que os comentaba, a mano izquierda, hay un poste que marca el camino que hay que seguir. Por esa vereda que sale seguimos ascendiendo, acercándonos ya al destino.
Empalmamos con una pista importante un poco más arriba y ya muy cerca de la cascada, que vemos que por lo menos consta de dos saltos de agua, es posible que más arriba haya alguno más, porque desde el pueblo en la distancia da esa sensación.
El primero salto de agua, o el que está más abajo, es más en estilo sábana por una lancha de piedra, parecido a la chorrera que acabábamos de visitar, aunque es complicado tomar una fotografía nítida e íntegra de todo él, por la vegetación reinante y por la cantidad de agua.
Mi hermano bajó hasta abajo e hizo esta foto.
El segundo salto de agua, unos metros por encima, y hasta el que lleva una vereda sin ningún problema, es más estilo chorro, muy interesante y muy bonito, pudiéndose tomar mucho mejores instantáneas.
Un sitio idílico, sin ninguna persona en todo el recorrido. Además había bastantes momentos de sol, pero hete aquí, que al empezar el regreso, comenzó a lloviznar, y parecía que empezaba a vislumbrarse como un arco iris, pero también descubrí que con las gafas de sol prácticamente no se ve, pero al quitármelas, efectivamente comprobé como la mezcla de sol con esa ligera lluvia había acabado formando un fantástico arco iris por debajo nuestro, incluso en una foto casi se ve un doble arco. Un regalo impresionante para la vista que no podíamos dejar de contemplar y fotografiar.
Así que por esa pista de tierra fuimos avanzando y parando, disfrutando del panorama.
Esa pista casi va a conectar con la carretera de subida al Puerto de Mijares, hasta que hace un giro a la izquierda y nos baja hasta la intersección que he comentado cuando subíamos, y poco después estamos en el punto de partida.
Dos saltos de agua muy bonitos, al alcance de casi cualquier persona, hasta excepcionalmente alguien como yo con fatiga crónica.