lunes, 1 de abril de 2024

Serranillos y Villanueva de Ávila (27-03-2024)

 

Me llevaron por Semana Santa al pueblo y aprovechando el único día que no hacía mal tiempo, me llevó mi hermano a ver la cascada que nos quedó pendiente en Villanueva de Ávila el mes anterior y otra que hay en las proximidades, en el pueblo de Serranillos.

Son dos rutas cortas, fáciles y tranquilas, y con una recompensa final muy agradable, siempre y cuando el tiempo respete.

La primera, llamada al parece Chorrera del Orco, parte de un camino que sale a la derecha, en la carretera que va del pueblo al puerto de Serranillos. La ruta también se puede hacer desde el pueblo, y quizás sea más recomendable en un buen día o para una persona físicamente normal, ya que donde os digo que empieza la ruta en teoría no se puede aparcar el coche.

Pero lo dejamos ahí, no tenía pinta de que fuera a molestar a nadie ni que nadie más tuviera la misma idea y quisiera aparcar ahí también.

Esta ruta no se sale en ningún momento de ese camino que empezamos, y que es apto para vehículos todo terreno. Tras un kilómetro y medio aproximadamente en ascenso, entre la niebla, llegamos a una bifurcación, y por la derecha se nos incorpora el camino que viene venir desde el pueblo.






Atravesamos una puerta y un paso canadiense y seguimos camino adelante. Curiosamente aquí a más altitud, se ha despejado un poco el cielo, y en este páramo se puede ver al fondo creo que el pueblo de Navalosa, así como parte de la sierra de la Paramera.








Desde que atravesamos esa puerta son otros dos kilómetros y medio aproximadamente, en ligero descenso, en los cuales tendremos una fuente a mano izquierda y al girar una curva, ya con el murmullo del agua, nos encontramos con esta sorprendente chorrera, a forma de sábana, que en directo impresiona porque tiene una buena altura y sobre todo porque se encuentra al lado del camino, siendo por lo tanto de acceso para casi cualquier persona, y una de las más interesantes de la provincia de Ávila a pesar de no ser muy conocida.








El camino de vuelta el mismo que el de ida pero en sentido contrario.


Una vez visto ésta, y tras comer y descansar un buen rato, ya que había tiempo de sobra, retrocedimos con el coche hasta Serranillos y posteriormente hasta Navarrevisca, desde donde sale una carretera que comunica directamente con Villanueva de Ávila.

Hay que llegar casi hasta el final de esta carretera que desemboca a la salida del pueblo, con la que sube hasta el Puerto de Mijares.

A unos 500 metros de finalizar esta carretera, hay un doble camino a izquierda-derecha y un pequeño hueco a la izquierda para estacionar el coche. Como habíamos estado por la zona hace poco, pero se nos hizo de noche, ya lo sabíamos.






Cogemos el camino que salía a la derecha en el sentido que traíamos (el que está en ascenso), y tranquilamente vamos ascendiendo en busca de este segundo salto de agua.

Llegamos a una interesección con una caseta, seguimos por la derecha (por la izquierda bajaremos luego). Ya cuando estamos llegando al arroyo, hay un claro, y aunque el camino sigue de frente hasta el arroyo, no cometáis el mismo error que nosotros, que seguimos, cruzamos el arroyo, nos mojamos los pies, y avanzamos un poco por la otra orilla, en un terreno anegado que no llevaba a ninguna parte.




Todavía estamos unos metros más abajo de la cascada, y en ese claro que os comentaba, a mano izquierda, hay un poste que marca el camino que hay que seguir. Por esa vereda que sale seguimos ascendiendo, acercándonos ya al destino.










Empalmamos con una pista importante un poco más arriba y ya muy cerca de la cascada, que vemos que por lo menos consta de dos saltos de agua, es posible que más arriba haya alguno más, porque desde el pueblo en la distancia da esa sensación.

El primero salto de agua, o el que está más abajo, es más en estilo sábana por una lancha de piedra, parecido a la chorrera que acabábamos de visitar, aunque es complicado tomar una fotografía nítida e íntegra de todo él, por la vegetación reinante y por la cantidad de agua.





Mi hermano bajó hasta abajo e hizo esta foto.




El segundo salto de agua, unos metros por encima, y hasta el que lleva una vereda sin ningún problema, es más estilo chorro, muy interesante y muy bonito, pudiéndose tomar mucho mejores instantáneas.








Un sitio idílico, sin ninguna persona en todo el recorrido. Además había bastantes momentos de sol, pero hete aquí, que al empezar el regreso, comenzó a lloviznar, y parecía que empezaba a vislumbrarse como un arco iris, pero también descubrí que con las gafas de sol prácticamente no se ve, pero al quitármelas, efectivamente comprobé como la mezcla de sol con esa ligera lluvia había acabado formando un fantástico arco iris por debajo nuestro, incluso en una foto casi se ve un doble arco. Un regalo impresionante para la vista que no podíamos dejar de contemplar y fotografiar.












Así que por esa pista de tierra fuimos avanzando y parando, disfrutando del panorama.

Esa pista casi va a conectar con la carretera de subida al Puerto de Mijares, hasta que hace un giro a la izquierda y nos baja hasta la intersección que he comentado cuando subíamos, y poco después estamos en el punto de partida.

Dos saltos de agua muy bonitos, al alcance de casi cualquier persona, hasta excepcionalmente alguien como yo con fatiga crónica.

jueves, 22 de febrero de 2024

Villanueva de Ávila (13-02-2024)

 

Me había hablado mi hermano varias veces de ir a Villanueva de Ávila, que había varias cascadas, pero yo que ya había estado, pensaba que era sólo una que casi se ve desde la carretera.
Después de unos días de lluvia podía ser un sitio intersante para visitar, y me parecía un poco injusto que el no pudiera verlas, así que lo monté en el coche y le dije "tú te vienes", y andas lo que puedas, pero que por lo menos puedas ver una de ellas y respires un poco de aire.

Así que allí llegamos. El primer objetivo era la Cascada de las Tórdigas. Como la ruta señalizada, que empezaba en el pueblo, cruzaba la carretera un poco más adelante, yo hice el recorrido entero, y mi hermano solo ese trocito escaso desde el despoblado de Las Tórdigas, ya que con su cansancio no puede mucho más.

Sali del pueblo por el Tanatorio y el cementerio, por un camino interesante que te va mostrando toda la sierra de La Paramera, con su culmen, el Pico Zapatero, y todo el Valle de Iruelas hasta el embalse del Burguillo.







La ruta está muy bien señalizada con palos y es imposible perderse. Ante un cruce o bifurcación, siempre hay un palo antes del mismo, y uno al comienzo del camino por el que hay que seguir.

Empecé a descender y pronto alcancé la carretera. Allí recogí a mi hermano, entramos en el despoblado de Las Tórdigas, donde apenas había una persona trabajando en su finca, y en vez de seguir la ruta,
giramos a mano izquierda en la calle más destacada del despoblado.







Vamos hasta el final y donde está la última caseta de piedra empiezan las alternativas para buscar las dos cascadas.
He de decir que la que merece, y mucho la pena, es la de abajo.
Nosotros avanzamos en línea recta pasada esta caseta y pasados unos 100 metros o algo más bajé yo a explorar a mano derecha.




Efectivamente por ahí se bajaba a la cascada de arriba, pero no es sencillo, o más que sencillo no es un sendero amable.
Un poco de desnivel, algo de zarzas, y cuando llegas abajo, bastante barro y dificultades para encontrar un sitio firme para fotografiar este rincón.





Recogí a mi hermano y comimos algo en una piedra junto al arroyo de fácil acceso, y después busqué la fórmula para llegar hasta la otra cascada, que al principio no sabíamos si había otra, si estaba más arriba o si estaba más abajo, y que fuera posible para mi hermano también.

Haciendo un poco de campo a través conseguimos llegar hasta la misma, y es un punto espectacular. De las mejores que recuerdo sin duda de la provincia de Ávila, con diferencia, e incluso las fotos no hacen justicia a lo que impresiona estar allí solo delante de ella, sin ningún ruido que moleste e interrumpa el del agua precipitándose desde bastante altura.















Para volver al despoblado de Las Tórdigas nos resultó algo más sencillo, y además tuvimos otra visión de la primera cascada, y aquí, mi hermano se volvió al coche para regresar al pueblo, y esperarme allí que yo realizara el resto de la ruta.





Retomé la senda balizada y empecé a descender a mi encuentro con el río Alberche. Allí transité durante algo más de un kilómetro seguramente, por un paseo de ribera muy agradable, en absoluta tranquilidad y soledad. Primero llegamos a un desvío de caminos, donde hay que tomar el de la izquierda ascendente, hasta que llegué a una pista asfaltada, sin absolutamente nada de tráfico, que une Villanueva de Ávila con el Barrio del Morisco.







Fui remontando la carretera, y en su mano izquierda me encontré una agradable fuente para beber y hacer una mínima pausa para afrontar el tramo de ascenso que todavía me quedaba y aproximadamente un kilómetro y medio hasta el coche.







Finalmente llegué al pueblo y al coche donde me estaba esperando mi hermano. Ni siquiera este tramo de asfalto le restó atractivo a la ruta.

Pero había más cascadas, una aparentemente llamada Cascada del Amor, con ese nombre tenía que ser bonita por lo menos.
Nos habíamos comido buena parte del día y para llegar a esta cascada había que andar unos siete kilómetros más o menos, y no quedando mucha luz de día, mi hermano tuvo que renunciar a hacerla.
Así que seguí las instrucciones y me dejó mi hermano al comienzo de la ruta, en la otra acera de un parking de caravanas que tiene el pueblo saliendo del pueblo dirección al puerto de Mijares.

Enseguida encontramos también los postes de señalización pertinentes que evitan que nos perdamos.
Se empieza pronto a descender entre vegetación, y un jabalí que me crucé casi en el camino y entramos en una garganta que no es en la que está la cascada. Tanto ésta como la de Las Tórdigas están marcadas en Google Maps y se puede ver el trayecto y donde están.






Llegando a la parte baje de esta garganta hay una casa de labor y un coche que se marchaba, así que hay por lo menos otro camino para llegar hasta allí.
Entramos en una zona un poco delicada, supongo que por las circunstancias, no creo que siempre sea así, y es que durante un tramo, el camino está inundado por agua que baja de la ladera, y es imposible no mojarse o marcharse.
Cruzamos el primer arroyo por una hilera de piedras habilitada, y seguimos por el camino que sale de frente, también inundado todavía. Estamos ya en la segunda garganta, que tampoco es en la que está nuestra cascada.




Seguimos avanzando por la ribera de este segundo arroyo, en un paraje muy agradable, silencioso y cubierto de vegetación. Los kilómetros van pasando y se empieza a hacer largo, es la segunda ruta del día, además que dentro de la garganta la luz no llega tanto y me empiezan a entrar dudas si llegaré con luz de sobra a la cascada.







Desde luego si vais mirando el Google Maps os podéis llegar a desanimar por la sensación de que parece que os vais alejando más que acercando de la cascada, o que vais en dirección contraria a la que deberíais, pero no os preocupéis, ese es el camino.

Empezamos un tramo de subida que nos va alejando del arroyo, y llegamos a una intersección, en la cual, evidentemente, tenemos que girar a nuestra izquierda. Ese camino ya nos llevará sin reparo a la siguiente garganta, y tras pasar por el mirador de Fausto Floro, un curioso sitio en medio de la nada, se nota claramente que nos estamos acercando a nuestro destino, con la garganta y el cauce de agua a nuestra derecha bien visible.






Hay algún hito de piedra en esta zona para evitar perdernos, pero creo que aún sin ellos no hay posibilidad de ello.
Cuando giramos a nuestra derecha en busca de nuestro destino, todavía estamos altos, así hay que hacer un pequeño descenso pero con buen desnivel para llegar a la cascada.




En un principio parece que es difícil llegar a la base, pero luego no hay problema en ello, eso sí, con solo un trozo de piedra o lancha, no la más firme del mundo, para contemplar en todo su esplendor el salto de agua.
Otro sitio que con una foto no muestra toda la belleza y armonía que te producirá el contemplarlo en persona, allí solo, en medio de la nada.





Me volví rápido para el coche. Se deshace el camino hasta la intersección que tomamos a la izquierda, y aquí, evidentemente no hay que desandar el camino hecho, porque sería una buena paliza, y porque hay postes para indicarnos el camino para llegar al pueblo y hacer la ruta circular, con la pequeña desviación a esta bonita cascada.

Cruzamos un pequeño puente que aquí si que hay para salvar el arroyo que antes habíamos ido recorriendo de manera paralela y que parecía difícil de cruzar y cuesta arriba llegamos a otra especie de despoblado, hay varios por la zona.

Nada más pasarlo y tras coronar un altiplano, ya avistamos el pueblo. 




Así que hago el último tramo por la propia carretera, para llegar cuanto antes donde estaba mi hermano, que allí esperaba pacientemente la vuelta de mi aventura.





Intentamos completar el día con la tercera cascada de la zona, que yo ya conocía, la Cascada de Cerradón, que está en la carretera que un poco más adelante sale a mano derecha en dirección a Navarrevisca y Serranillos.

Ésta está bastante cerca y podía ser viable para mi hermano. Lo intentamos, pero el atardecer ya estaba dando paso a la oscuridad y tuvimos que desistir. Quedando pues para otro día con la vecina Chorrera del Orco en Serranillos, y alguna otra cosa que visitar por la zona.

Villanueva de Ávila, un sitio muy recomendable.