Voy a intentar retomar un poco el blog, aunque mi hermano, el autor del mismo, no pueda salir a hacer rutas por sus problemas de salud y fatiga crónica, pero así le doy un poco de continuidad y le enseño a él, aunque sea virtualmente alguna ruta que voy haciendo.
Después de una época de lluvias, elegí como destino un punto en el que se suelen recoger una de las mayores cantidades de precipitación de la península, el triángulo que forman las provincias de Ávila, Toledo y Cáceres, y la zona de el Puerto del Pico en particular.
Así que me planté en Arenas de San Pedro, dispuesto a hacer una ruta de las que busca mi hermano siempre y que me había dicho que parecía interesante, la Senda de los Pescadores, que me recordó a una que hicimos con el mismo nombre en la orilla del río Cega, en las proximidades de Cuéllar.
La ruta parte al lado del puente medieval de Arenas, por debajo del cual pasan las aguas del río Arenal, protagonista de mi jornada.
Allí hay un panel indicativo, así que no hay ninguna necesidad de ningún track, ni ninguna explicación por si alguien se pierde, ya que no hay pérdida posible.
Hacía todavía un poco de frío, y una parte de la ruta transcurre por zona de umbría, en la que hay que ir abrigado, aunque luego salió un día estupendo y sobraba toda la ropa.
Tras pasar por unas naves nada más comenzar y una zona no demasiado agradable paisajísticamente, comencé un ligero ascenso que rápidamente te deja en la bifurcación que te permite hacer la ruta en un sentido u otro.
Yo elegí girar a la izquierda y bajar al puente del Pozo Quirol, empezando por esa zona sombría. Y sombría y bastante húmeda ...
En la descripción que llevaba de la ruta, aunque ya digo que no es necesaria porque no es posible perderse, si que es cierto que no se comentaba ninguna dificultad, y durante un buen tramo nada más cruzar este puente, la senda, no es casi senda como tal, es muy técnica, no se puede dejar de mirar al suelo, ya que va continuamente entre piedras, subiendo y bajando, y además de ser poco vistosa tiene su punto de peligro, por lo resbaladizo de muchas zonas por la humedad reinante, y lo técnico del camino.
Así que os esperan calculo que no menos de 20 minutos un tanto desagradables, pero mejor en mi opinión hacerlo al principio con las fuerzas intactas que de vuelta ya más cansados.
Una vez acabado este tramo complicado, la ribera del río se ensancha y se allana y es mucho más fácil caminar, con mucha hoja en el suelo, eso sí, y zonas con musgo resbaladizo , o zonas en las que es imposible no mancharse el calzado de barro, pero ya pocas, pero eso sí , la ruta me empezaba a decepcionar un poco.
Se llega a un puente con una carretera asfaltada, que marca el final del trayecto de ida, se cruza, y se vuelve por el otro lado del río, en este caso no a ras del mismo, si no que desde el principio se empieza a ascender y el camino se hace a media ladera y con el río abajo, que hasta en algún momento perderemos de vista.
Lo bueno es que esta segunda parte supone un ligero contraste con la primera, y eso está bien, a veces las rutas circulares, van y vuelven por la misma senda, o aún haciéndolo por diferentes son muy parecidos.
Con calma fui recorriendo el camino de vuelta, parecido a otros que he hecho con mi hermano o yo solo por el Valle del Tiétar, hasta llegar al cruce inicial del puente del Pozo Quirol y completar ya el poco trayecto hasta el punto de partida.
Después de reponer fuerzas con un buen bocata junto al puente, me decidí por abordar también el plan B, o la ruta complementaria que me había dado mi hermano por si seguía con fuerzas, que en mi caso no es problema.
Así que me dirigí hasta el cercano pueblo de El Arenal para realizar otra ruta, también con el río Arenal como protagonista.
Una vez aparcado y ubicado en el pueblo, yo aparqué en la calle Grupo Valero Bermejo, y salí del pueblo por dicha calle, en busca del encuentro con el río Zarzoso, y es en el cruce de este camino con el río, donde comienza la ruta Entre Ríos, que está bien indicada también.
Aunque pueda parece poco glamurosa en su inicio, es una ruta que os irá sorprendiendo poco a poco, y que es de las más bonitas que recuerdo en tiempos, quizás ayudado ésto por la cantidad de agua.
Se empieza descendiendo al borde del río Zarzoso, con poco desnivel y por tanto con saltos de agua bonitos pero con muy poca altura, pero el paseo a estas alturas se hace especialmente agradable, por la tranquilidad, la paz, el silencio, ser después de comer y que vamos completamente pegado al río, quedando a nuestra izquierda fincas de frutales.
Sigo descendiendo hasta que llego a la carretera por la que había llegado al pueblo, la cruzo, y continuo hacía abajo.
En algún momento paso al lado derecho del río, para luego volver a cruzar al izquierdo llegando a la unión con el río Arenal, que es el que conserva el nombre en esta fusión hidrográfica.
A partir de aquí empiezo a remontar el curso del río Arenal en dirección al pueblo. De momento esta zona no mejora a la anterior, pero poco a poco se ve que el río puede ir cogiendo desnivel y por tanto producirse saltos de agua más grandes e interesantes.
El único problema que me encontré durante este tramo es que tuve que saltar dos puertas que me cerraban el paso, lo cual me sorprendió para lo bien señalizada que estaba toda la ruta, entiendo que por el ayuntamiento, pero me cerraban el paso completamente y no vi una alternativa para continuar sin tener que saltar, cosa que una persona mayor no podría hacer.
Ya llegando al pueblo nos encontramos un primer salto de agua doble interesante, bastante mayor que lo que habíamos visto en el río Zarzoso y esta parte del río Arenal.
Pero es justo después de este primer punto, en el que subimos a la carretera y cruzamos al otro lado, ya que el río pasa por debajo de un puente por el que no podemos continuar, donde nos encontramos con un salto de agua notable y muy fotogénico, al poderse contemplar tanto a media altura como a ras del mismo. Se siguen sucediendo los saltos de agua hasta que llegamos al puente del Najarro, donde está el último y magnífico salto de agua importante ... de la ruta.
Pero queda la guinda final, el Charco de los Nogales. Mirando el mapa que llevaba yo crucé el puente, y seguí por el lado izquierdo, empezando a ascender hacia la izquierda cuando podía, en busca de un camino que tenía que haber un poco más arriba que llevase a este punto. Me tocó saltar otro par de puertas, no complejas, y rápidamente llegué hasta el camino. Pero si en en puente anteriormente citado, avanzáis un poco por el camino que sube al pueblo podréis coger el camino que lleva al charco sin tener que hacer este tramo de campo a través, ni saltar ningún obstáculo.
Ya sólo queda seguir el camino en torno a un kilómetro calculo, mientras va atardeciendo, hasta llegar a la vereda que sale a nuestra derecha que se reconoce fácilmente como la que lleva a este singular punto. La aproximación ya hace pensar que nos acercamos a un punto interesante, y cuando al fin empezamos a ver el espectacular y aislado lugar mágico, envuelto de naturaleza verde, que parece que te transporta a una tupida selva americana, completa una segunda ruta fantástica.
No es el salto de agua más grande que hayáis visto, pero si más de lo que parecía en fotos, y sobre todo el entorno, la accesibilidad (no permite bajar a ras de suelo a verla ... a no ser que alguien sea muy aventurero y se juegue el tipo) y el volumen de agua que desplaza por segundo.
Un paraíso visual y sonoro que embriaga estos dos sentidos especialmente y que sobrecoge y reconforta enormemente.
Este es un buen mapa de la ruta
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