viernes, 16 de junio de 2017

Laguna del Barco




Desde Madrid a El Barco de Ávila, parando en Ávila a desayunar, y desde El Barco dirección Cáceres por la carretera que atraviesa el Valle del Jerte, desviándonos a mano izquierda rumbo al pueblo de Umbrías, desde aquí seguimos dirección a Nava del Barco, ascendiendo por carretera estrecha.
Justo cuando coronamos con unas antenas a mano izquierda, a mano derecha encontramos el aparcamiento desde el que inicia la ruta.
Hay tres lagunas en la zona, cada una de ellas con una ruta diferente, pero ésta me pareció la más interesante, sin renunciar a hacer las otras en otro momento.
Sorprendentemente rodeados por picos de hasta 2400 metros, y digo sorprendentemente porque ya se aleja un poco el centro neurálgico de Gredos y estamos casi en Cáceres.

Con un mapa de explicación en el aparcamiento, aunque no llegamos pronto, sólo otro coche parecía haber elegido realizar nuestra misma actividad, al fin y al cabo era día de diario.

No tengáis ningún miedo a perderos o saliros del camino, no hace falta ni que vayáis muy documentados, el camino siempre es visible y reconocible y sólo hay un par de puntos en el que podrías tener una mínima duda pero muy mínima.

La primera parte transita por un monte que se eleva paralelo al valle por el que discurre la carretera que baja a Plasencia.
Con un pequeño bosque a nuestra izquierda y continuos ganados de vacas, el primer hito es una caseta de piedra supongo que para pastores, la cual se alcanza relativamente rápido ya que se tienen las energías intactas.
Desde aquí, a mano izquierda tenemos unas canalizaciones de agua y al fondo las gargantas por las que desaguan las otras dos lagunas.





Siguiendo en paralelo, en altura, junto a la carretera, vamos ascendiendo ligeramente, y descendiendo en alguna ocasión, llegamos al único punto de duda de por donde seguir, junto a unos prados con vacas a mano derecha. En esa dirección se ve un camino que lleva hasta la localidad de Puerto Castilla.
Nosotros a la izquierda, dirección a los picos que se ven.

Empezamos a circular por la Risca del Águila. Después de ganar un poco de desnivel alcanzamos la parte más clara y bonita de la Cuerda, ya con la garganta a nuestra izquierda y divisando en el horizonte dos bonitos saltos de agua y el circo de montañas al fondo, donde se intuye esté la laguna.








Avanzamos por la Cuerda y el camino se encajona entre una pared de piedra, por la que avanzamos hasta que el camino desaparece un poco y te indica que bajes junto a la garganta, al lado de un refugio, ya que de frente es imposible continuar.




A mano izquierda hemos dejado el primer salto de agua, habría que retroceder para verlo de cerca, aunque las mejores vistas quizás sean desde la cuerda.
Una vez aquí podemos continuar pegados a la garganta y su cauce todo el rato, o pasado el obstáculo natural de piedra volver a ascender un poquitín para coger el camino lógico, aunque ya prácticamente sin delimitar.

Pasamos junto al segundo salto de agua y llegamos a una especie de meseta, aunque seguimos sin ver la Laguna ya se intuye su proximidad al fondo. Seguimos avanzando por una pradera, con unos meandros que forma el cauce del desagüe de la Laguna y por fin alcanzamos el final de la ruta.
Allí a la entrada hay un tercer refugio o caseta.






En la Laguna han construido una especie de dique y han dejado un lugar para desaguar.






Sin ser tan grande como la Laguna Grande de Gredos, el circo de montañas que la rodea es parecido, haciendo muy difícil salir de allí si no es por donde se ha venido.
Y la paz y la tranquilidad del lugar así como la belleza del camino hasta llegar la sitúan en mi opinión por delante de la Laguna Grande.
Allí nos encontramos dos personas, las únicas de todo el recorrido, los del coche del aparcamiento, con los que hablamos un rato.

Llevaba apuntado que había una fuente muy próxima al refugio, y efectivamente, por la orilla izquierda de la laguna, tan sólo 50 metros más allá, y al borde del agua, hay un caño de agua abundante y fría que desagua directamente a La Laguna.

Después de reponer fuerzas con un bocadillo, viaje de vuelta, que se hizo más o menos rápido pero que a partir del kilómetro 15 aproximadamente (23 en total ida y vuelta), empezó a pasar factura en cuanto a cansancio.
Con las vacas mirándonos como diciendo, de donde vendrán estos majaderos, fuimos deshaciendo el camino, hasta que unas 6 horas después de salir (incluyendo la parada del bocadillo y las paradas para las fotos) regresamos al punto de partida con un importante calor corporal y cansancio.

Dada la cercanía nos acercamos al Barco de Ávila, contemplando antes en Tormellas un interesante puente, y otro ya llegando a Barco, al que sumar el famoso puente de esta localidad y su castillo.






Así que una vez descansado un poco emprendimos viaje de vuelta a Madrid para finalizar esta bonita e intensa ruta que casi nos llevó todo el día.


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