miércoles, 7 de marzo de 2018
Hoz del río Dulce - Cascada del Gollorio - Pelegrina (Guadalajara)
Aprovechando un día libre de diario y las numerosas lluvias acaecidas en los últimos días fui en busca de alguna cascada. Igual que en EEUU hay cazadores de tornados se puede decir que a veces mi hermano y yo nos convertimos en cazadores de cascadas.
Esta la tenía apuntada desde hace tiempo, ya que no está muy lejos de Madrid y se puede hacer en una mañana que es el tiempo que disponíamos.
La ruta se localiza en la pedanía de Pelegrina, en Guadalajara, pueblo muy próximo a Sigüenza y del que recuerdo haber estado hace 25 años en mi viaje de fin de curso de la EGB
Tras llegar al pueblo con unas condiciones complicadas, frío, lluvia y viento, aparcamos el coche a la entrada. No vimos a nadie en todo el trayecto ni en el pueblo, una gran ventaja de poder salir a hacer una ruta de senderismo un día de diario.
Nada más aparcar y entrar en el pueblo sale a la izquierda el camino de la ruta que discurre por la hoz del río Dulce. Bajamos por una pista asfaltada hasta encontrarnos al ras del río que viene con bastante agua.
Enseguida formaciones rocosas curiosas y erosionadas a ambos lados nos van encajonando. Discurrimos dejando el río a nuestra derecha hasta que encontramos un pequeño puente de madera que tenemos que cruzar para seguir por el otro lado.
En el otro margen dejamos una caseta que utilizaba el gran naturalista Félix Rodríguez de la Fuente como sitio para guardar utensilios para la filmación de sus documentales, ya que utilizó esta zona con frecuencia, y una vez hecha la ruta se entiende por qué.
Ya al otro lado del río, seguimos el color azul de nuestra ruta hasta que en un punto encontramos un panel informativo y una bifurcación. En ese momento podemos elegir seguir al margen del río para llegar al pie de la cascada o empezar a ascender para llegar a la parte alta.
Nosotros decidimos de primeras seguir bordeando el río. El camino está muy bien delimitado, y salvo alguna zarza más crecida que nos pueda obligar a encorvarnos y el numeroso barro acumulado por las lluvias no tiene ninguna dificultad.
Ya estando próximos a la cascada, hay que tener cuidado porque el camino se hace menos visible, pero llega un momento que no podemos seguir bordeando el río, no os empeñéis en trepar un par de piedras, porque al menos cuando fuimos estaban resbaladizas y peligrosas. Hay que girar un poco a la derecha, aunque no se vea bien el camino y ganar un poco de altura, para luego volver hacia el cauce del río, hasta que encontramos un camino que baja nuevamente hasta el río ya casi encima de la cascada.
Bajamos, pero no nos fue posible llegar hasta el pie de la cascada. El volumen de agua que brota de ella, hace que abajo esté todo prácticamente anegado y no se pueda acceder a la misma, a no ser que uno quiera ir avanzando con el agua hasta las rodillas.
Así que visto lo visto, volvimos a trepar un poco y llegamos hasta un saliente de piedra, parecido a un púlpito en el que contemplas la cascada cara a cara, con un torrente de agua espectacular.
Momento para reponer fuerzas y quedarse boquiabierto ante el paraje, en un pueblo semi abandonado, sin una persona alrededor.
Teníamos curiosidad por llegar a la parte de arriba, pero además de que hacerlo deshaciendo el camino hecho hasta ese momento iba a ser largo y quizás complejo, decidimos explorar un poco más arriba en el anfiteatro que forma la hoz en la zona de la cascada, y aunque parecía complejo, al final encontramos lo que me había parecido leer en la descripción de algún compañero al que agradecer los detalles, una cadena anclada en la piedra para salvar un pequeño trozo vertical, de unos dos o tres metros, para llegar a la parte de arriba del anfiteatro y a la ruta que dejamos más atrás cuando se bifurcó.
Nos acercamos al sitio justo en el que el río se precipita por la cascada, que sorprende por lo estrecho que se hace. Dejamos sin visitar el segundo mirador en el margen derecho de la cascada y nos paramos en el otro que ya está en el camino de vuelta, que hicimos por la parte de arriba.
Desde allí se puede ver todo, el río antes de caer por la cascada, la cascada, toda la hoz, el anfiteatro y a lo lejos el mirador creado con el nombre de Félix Rodríguez de la Fuente.
Volvimos por la parte alta de la ruta, un camino muy sencillo, bien marcado que puede hacer cualquier persona yendo tranquilamente, ya que de subida tiene desnivel y volvimos a Pelegrina sin más paradas ya.
Desde allí nos acercamos al mirador que está 1 kilómetro más allá desde donde también se ve la hoz y la cascada de frente, un bonito mirador.
Para completar la media jornada nos acercamos a Sigüenza, para dar un paseo rápido y ver su castillo, su catedral y sus calles, ya que hacía muchos años que no estaba, y reponer fuerzas en forma de alimentación antes de regresar a Madrid con una gran sensación de alegría por la mañana disfrutada.
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