No sé en que momento me empecé a interesar por el río Corneja y el Valle que forma, sin haber pasado nunca por allí.
El caso es que investigando encontré una entrada propia en Wikipedia y al ver esta parte en el artículo
"Seguidamente transcurre por las inmediaciones de Navacepedilla de Corneja, recogiendo las aguas, por la izquierda, del arroyo del Puerto Chía. Al pasar por el enclave de La Tejera, en el límite de los términos municipales de Navacepedilla de Corneja y Villafranca de la Sierra, recibe las aguas, por la izquierda, del río de la Gargantilla (arroyo Guareña), con sus abruptas cascadas conocidas como Los Chorrerones, procedente de la ladera septentrional de la Sierra de Villafranca"
Decidí seguir investigando
No encontré mucha más información pero ante esta época de lluvias había que ir en busca de esos Chorrerones, así que con una mínima información de alguien creo que procedente de Cataluña que los había visitado nos decidimos mi hermano y yo a ir en su busca.
Era Jueves Santo, y había que elegir un sitio que no estuviera masificado, y yo estaba convencido que allí no nos íbamos a encontrar a nadie (como así resultó ser)
En coche desde Madrid se tarda unas dos horas y media, hay que dirigirse desde Ávila por la N110 dirección El Barco de Ávila y pasado el puerto de Villatoro tomar el desvío hacia Villafranca de la Sierra y Navacepedilla de Corneja.
Estamos en las inmediaciones de La Serrota que domina el territorio desde sus 2.294 metros de altitud sobre el nivel del mar.
(Muy próximo está el municipio de Bonilla de la Sierra pero lo tuve que dejar para otro día, mi hermano ya lo conocía)
Aunque en principio la carretera no parezca atractiva más adelante se abrirá mostrando un bonito y verdadero valle, con montañas altas a ambos lados, cosa difícil de encontrar.
Pasado Villafranca de la Sierra continuamos por la carretera hasta que a mano izquierda encontramos el Molino del Tío Alberto, donde deberemos dejar aparcado el coche en la explanada que allí hay.
Así que como era una ruta más o menos corta (calculo unos 2 kilómetros de ida y otros 2 de vuelta) nos fuimos a cuerpo.
Desde donde dejamos el coche andamos 100 metros por la carretera y en la siguiente curva a la izquierda sale un camino a la derecha que es donde empieza la ruta.
Hay que seguir el camino, con fuerte pendiente durante un kilómetro más o menos, donde nos encontramos este árbol como cosa más singular.
Debido a la pendiente vamos ganando altura y unas bonitas vistas del siguiente pueblo, Navacepedilla de Corneja y del valle que forma el río coronado por La Serrota y los picos colindantes.
Además desde relativamente pronto se puede divisar a lo lejos la ubicación de los Chorrerones.
Avanzamos hasta que el camino gira en una curva cerrada con pendiente a la derecha y a mano izquierda sale otra pista que inicialmente lo hace en ligero descenso.
Desde aquí el camino tiene ligeras dificultades, solventables para cualquier aficionado a la montaña. Zonas inundadas de agua, dos o tres pasos de zarzas que cubren todo el camino y zonas invadidas por jaras, pero se pueden pasar con el único hándicap de llevarte algún arañazo en la ropa o en alguna mano.
Al acercarnos ya se puede comprobar que al menos hay tres tramos de cascada.
El camino sigue y es más o menos visible hasta que estás en paralelo a la cascada, momento en el cual hay que tirar un poco de intención y buscar las zonas más seguras para acercarse, ya que por ejemplo en nuestro caso había acumulaciones de nieve y las piedras estaban muy húmedas, así que con cuidado, pero se puede llegar a todos los puntos, al tramo algo de la cascada, al tramo medio donde se puede cruzar incluso a la otra orilla, y al tramo bajo y más espectacular de la cascada, con una caída de más de 10 metros.
Primer tramo de cascada (parte alta)
Segundo tramo de cascada (parte media)
Tercer tramo de cascada (parte baja)
Ya de vuelta, el día se había aclarado y la panorámica del Valle del Corneja y sus montañas era todavía más bonita
Nos habíamos comido casi todo el tiempo del que disponíamos, ya que a las cuatro teníamos que estar en Madrid, así que un trote cuesta abajo hasta el inicio de la ruta.
La lástima fue no tener más tiempo porque desde aquí remontamos el valle primero hasta Navacepedilla de Corneja, lo que es el curso medio del río y hasta la pedanía de Garganta de los Hornos, pero no pudimos casi ni investigar el terreno por falta de tiempo.
Pero más sorprendente fue cuando seguimos ascendiendo dirección hacia el puerto de Chía, como una bonita cascada nos acompañaba paralela a la carretera, y más arriba todo ese agua seguía discurriendo con menos pendiente en un bonito paseo fluvial que era muy fácil de recorrer, así que otro día habrá que intentarlo con un menú que incluya la ascensión a algún pico colindante.
Coronamos el puerto y descendimos muy ligeramente hasta la increíble altiplanicie donde se asienta San Martín de la Vega del Alberche, a unos 1500 metros de altitud, en una zona que mirando en el mapa parecería inhóspita pero que era bastante agradable.
Recorrimos el resto de ese valle, bordeando la Serrota que estaba dominante con un blanco inmaculado en su cima.
Hasta llegar a la nacional que une Ávila con Arenas de San Pedro y Talavera, donde unos kilómetros más adelante paramos en el Puerto de Menga a comer, con sus míticas dos fuentes, una a cada lado de la carretera que nuestro abuelo nos descubrió hace más de 30 años.
Desde aquí, pasando al lado de otras zonas que tengo ganas de visitar como el castillo de Aunqueospese y el Castro Celta de Ulaca, ambos a los pies del pico Zapatero tuvimos que poner rumbo a Madrid y dar por concluida otra apasionante ruta.
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