viernes, 9 de marzo de 2018

Cascadas Valle del Jerte



Aprovechando el segundo día libre, entre semana, y la época de lluvias me lancé a conocer una zona, que sin estar muy lejos aparentemente de Madrid (al final se tarda mucho en llegar) no conocía.

Sé que no estoy descubriendo nada y que ya hay bastantes entradas en internet sobre estas rutas, a los cuales doy las gracias por darlas a conocer, pero cuanto más se difunda más podrá enterarse la gente de lo que para mí es una maravilla de la naturaleza.

El destino era el valle del Jerte, y el plato fuerte el barranco de Nogaledas, pero para abrir boca haríamos otro par de paradas previas.

Saliendo de Madrid por la carretera de Plasencia (la de los pantanos) que está al lado de mi casa fuimos acompañados de un tiempo lluvioso, transitando todo el valle del Tiétar, que estaba más verde que nunca, hasta llegar a Candeleda, uno de los pocos reductos de la provincia de Ávila que no conozco, donde hicimos una rápida parada para tomar un café y echar gasolina.

Enseguida entramos en la provincia de Cáceres por la comarca de la Vera, a la que otro día espero dedicar una ruta para visitar sus pueblos. Mientras, sólo pude observarlos mientras conducía, a los pies de la cara sur de Gredos, no pensaba que estuvieran tan pegando a la montaña, con numerosas gargantas bajando de las montañas, con pueblos muy cuidados, como los jardines de Losar, el castillo de Jarandilla de la Vera, o el monasterio de Yuste, en la localidad de Cuacos de Yuste, donde nos desviamos dirección Garganta de la Olla.

Aquí tenía pinta de haber una garganta bajando de la montaña con un buen torrente de agua y se divisaba una cascada a lo lejos, no sé exactamente a que distancia, pero como no estaba en el plan y la mañana iba avanzando se quedó en el tintero para otro día.

En Garganta de la Olla tomamos la carretera que a través del puerto del Piornal nos iba a permitir acceder al otro valle, el del Jerte.
Por una carretera mala por momentos, y con algún susto del coche, fuimos recorriendo un bonito paraje, sin dejar de caer agua continuamente por la falda de la montaña y con nieve ya en la parte alta, sin toparnos prácticamente con nadie en toda la carretera.





Ya en el descenso teníamos nuestras primeras paradas. Con el día más claro y agradable desde que entramos en Cáceres, pasamos por el pueblo de Piornal, el de mayor altitud de toda la provincia y tras descender unos kilómetros, en una curva cerrada a la izquierda sale un camino a la derecha con un cartel pequeño, hay que ir muy despacito para verlo, que pone Cascada del Calderón. Dejamos el coche unos 100 metros más alante en un pequeño saliente de la carretera y nos fuimos a por ella. Había que recorrer apenas un kilómetro.

Esta cascada la había descubierto la noche anterior a última hora buceando por internet y no parecía tener mucho desnivel ni ser muy espectacular ... pero cuando llegamos allí, era todo lo contrario, un torrente de agua extremo y una buena pendiente que formaban un salto de agua espectacular.





El siguiente salto de agua lo formaba la misma garganta un poco más abajo, en la llamada cascada del Caozo. Bajando con el coche, en la siguiente curva cerrada a la izquierda sale una carretera asfaltada a mano derecha sin indicar, pero que es la única que veremos antes de llegar a la población de Valdastillas, así que no tiene perdida.
Quizás un día de diario sea complicado porque hay muy pocas plazas de aparcamiento, pero al ser día de diario sólo nos topamos con un matrimonio que se iban en ese momento, así que quedó la cascada para nosotros solos.

Más vertical la caída de agua que en la anterior, y por tanto con más violencia, aunque me gustaba más donde estaba enclavada la primera.
Con una pasarela para situarte al lado de la cascada, que a algunos les puede disgustar y a otros no, pero el caso es que con la cantidad y violencia del agua, todo alrededor estaba empapado y las rocas resbaladizas, y quizás en este caso si que nos vino bien para podernos acercar tanto a la cascada.




La verdad, que difícilmente se podrá disfrutar estas dos cascadas con tanto agua como lo hicimos nosotros, hemos sido unos privilegiados.

Al coche y hacia el cercano pueblo de Navaconcejo, donde estaba el plato fuerte del día que mi hermano no se esperaba fuera tan contundente. En el sentido que llevábamos, hay que atravesar el pueblo de Navaconcejo dirección Jerte, y casi al final del mismo hay que cruzar un puente encima del río y ya se empiezan a ver los carteles indicativos de la ruta.

Seguimos las flechas de parking que nos dejan al lado del río Jerte, que baja con un caudal de agua espectacular, parecía un río de los Alpes franceses.
Momento que, al filo de las tres de la tarde, aprovechamos para comer un buen bocata para coger energías de cara a la ruta.




En ese momento volvió a llover y tras comernos el bocata pasado por agua nos entraron dudas de si empezar la ruta o esperar un poco a que remitiera.
Decidimos seguir adelante, bordeando el río hasta el punto en que se le incorpora el agua procedente del barranco de las Nogaledas, donde comienza la ruta, la cual discurre por el lado derecho de la garganta según ascendemos.

La ruta en si, es difícil de detallarla mucho ya que es una sucesión de cascadas, unas más grandes y otras menores pero relativamente parecidas, durante unos dos kilómetros en los que ganamos una altura considerable.
La primera de las grandes, 5 diría yo, nos la encontramos enseguida, y desde entonces con un sendero perfectamente acondicionado para todo el mundo, con barandillas de madera durante muchos tramos y con muchos escalones de piedra para facilitarlo, podéis ir haciendo todas las paradas que os plazcan porque merece la pena.
















Según se asciende se van viendo en la ladera un montón de bancales con cerezos, pero si se mira a la otra ladera del valle a lo lejos es más soprendente la altura que alcanzan esas plantaciones. No me quiero imaginar lo bonito que tiene que ser realizar esta ruta con el mismo agua que traía y además con los árboles florecidos.






Pasada la mitad de la ruta llegamos a una carretera con un plano detallado de lo que queda y una ruta alternativa de bajada por el otro lado.

Además del impresionante torrente de agua, los numerosos saltos o cascadas, también hay que destacar la cantidad de musgo reinante y la vegetación que en algunos momentos forman algún bonito paisaje adicional.










La última de las cascadas yo creo que resultó ser la más espectacular, por la violencia con la que caía allí el agua, ya que parecía la más vertical.
En ella han instalado una plataforma para cruzar y para contemplar también la pasarela de frente.
Difícil tomar fotos sin que se empape el objetivo de la cámara con la violencia del agua y las gotas que salpicaban un montón de metros a la redonda.






Desde allí todavía se podía ascender un poco más para contemplar la parte alta de esta última cascada, punto en el cual ya desaparece la ruta, y se queda uno con las ganas de saber que hay todavía más arriba.




En esos momentos estaba cayendo la niebla de manera amenazante, aunque habíamos podido disfrutar de toda la ruta sin ningún problema, ya que dejó de llover al poco de empezar.
Decidimos volver por el otro lado de la garganta, por un camino que no va pegado a la misma.

Al poco de empezar ese descenso, salió un poco el sol y varios arco iris pusieron la guinda a la espectacular jornada que habíamos vivido, otra estampa digna de contemplar de la que fuimos privilegiados.






Hicimos ya el descenso tranquilamente entre bancales de cerezos, también con algunos limoneros y naranjos que estaban hasta arriba de frutas.
Poco a poco íbamos descendiendo, en todo momento con bonitas vistas del pueblo y del valle desde la altura.
En un momento la ruta se acerca un poco a la garganta y se pueden observar simultáneamente varios tramos y varios saltos de agua de la garganta.








Y la ruta llegó a su fin.

Fuimos a tomar algo a un bar para dejar algo en el pueblo por disfrutar de semejante maravilla, aunque no parecía tener mucha oferta en cuanto a bares o sitios para comer.
Y vuelta a Madrid remontando el valle del Jerte, atravesando las últimas estribaciones de la sierra de Gredos por el puerto de Tornavacas, cruzando El Barco de Ávila, Piedrahíta, zona por la que espero ir pronto, Ávila ciudad y hasta Madrid.

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