viernes, 27 de abril de 2018

Cascadas del puerto y pueblo de Canencia



Hace poco volví a realizar la ruta de la Cascada del Purgatorio, desde el Monasterio del Paular en Rascafría, pero es una ruta muy conocida en Madrid que no tiene sentido aquí, ya que intento mostrar cosas menos conocidas y por la marea de gente que nos encontramos evidentemente la conoce o la puede encontrar detallada cualquiera.
De hecho no tiene ninguna pérdida, se empieza en el puente del Perdón frente al Monasterio y en todo momento está señalizada y no hay confusión posible.

Quizás también conocida, pero no tanto es la Cascada de Mojonavalle en el puerto de Canencia.



Mapa topográfico con la señalización aproximada con flecha roja de las dos cascadas a visitar



Llegando desde Miraflores de la Sierra al puerto, pasados 100 metros encontramos un área recreativa tanto a izquierda como a derecha, con parking y fuentes en ambos lados.

La ruta hacia la cascada parte del aparcamiento de nuestra izquierda.
Desde ahí una pista completamente apta para bicicleta de montaña y para personas, la cual seguimos durante unos dos kilómetros, pasamos un chozo a mano derecha y vamos flanqueados a ambos lados por un bosque de árboles,








hasta que encontramos una casa forestal, justo desde la que sale una bifurcación a mano derecha.

Si tomamos esa bifurcación por un camino más estrecho llegamos a la parte de abajo de la cascada, supongo que por arriba se llega a lo alto de la misma, pero no lo comprobamos.




Llegamos al pie de la cascada y trepamos hasta la mitad para obtener diferentes vistas.





Deshacemos el camino andado y bajamos hasta el pueblo de Canencia (hay puerto, pueblo y río, o arroyo más bien, con ese nombre) para buscar la otra cascada, esta seguro mucho menos conocida.

Justo cuando llegamos a la altura del río que atraviesa el pueblo tomamos la calle a mano derecha justo anterior, junto a una fuente con un banco y con una mansión enfrente llamada Villa Tinita, con cuya dueña estuvimos hablando luego.

Aparcamos al final de esa calle y ahí empezamos la ruta.
Justo al pasar una puerta con un paso canadiense podemos decidir por donde ir.



Por la izquierda va el camino, que en principio es la ruta más razonable, pero yendo por ahí tampoco es tan sencillo, yo por lo menos volví con bastantes arañazos por las zarzas (aunque realmente nosotros no hicimos eso por desconocimiento, si no que fuimos vadeando el arroyo más bien).


Imagen del camino que hay que seguir


Por la izquierda hay que cruzar un puente para pasar al otro lado del arroyo, seguir el camino que va por encima del mismo hasta llegar a un mini embalse con un puente que lo cruza. En ese punto se juntan dos arroyos y tenemos que seguir el de la derecha, de hecho posiblemente desde ahí ya se divise la cascada.

Hay diferentes hitos de piedra a partir de ese momento pero no siempre son visibles y eso no significa que el camino sea fácil.


Desde aquí la cascada a mitad de camino con Fede y Noelia.


Después de atravesar algunas zarzas, zonas de barro o pasos un pelín complicados, no mucho, llegamos a la altura de la cascada, a la que no es nada difícil descender para contemplarla desde su base.




Después de deleitarnos decidimos volver por lo que era la parte derecha desde el inicio de la ruta, donde sólo se veía un monte con mucho desnivel, pero realmente desde la cascada, después de subir un poco para alcanzar la zona más alta de la cresta, luego el camino es cómodo, por praderas y se van viendo bonitas vistas del valle que forma el arroyo de Canencia, así como del Valle del Lozoya y los picos que lo separan de la provincia de Segovia.








Sólo el fuerte desnivel final que hay que salvar que te va cargando los cuádriceps y las rodillas le da un poco de pesadez, así que igual es más recomendable hacer la ida y la vuelta por esta parte.
Llegamos a la fuente del pueblo y en ese banco junto a la misma hicimos una buena merienda para recuperar las fuerzas perdidas, estando de lo más tranquilo a pesar de estar pegados a la carretera.

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