La ruta del día anterior y la desaparición de la niebla había sido un gran chute de energía, aunque lo contrarrestaba el estado de mi tobillo.
Con un poco de niebla baja todavía amanecíamos este tercer día y pusimos rumbo hacia el oeste.
Aunque el plan del día era en principio muy ambicioso hubo que recortarlo por el estado de mi tobillo y porque presumiblemente si no nos íbamos a perder cosas muy interesantes.
Así que el valle todavía más al oeste del de Ossau y el paso por el Marie Blanque quedó finalmente descartado.
Nos dirigimos desde Argeles-Gazost hasta el Col du Soulor y desde allí se veía el espectacular tramo que enlazaba con el Col del Aubisque, en la zona conocida como La Corniche.
Una panorámica fantástica.
Además a nuestra derecha quedaba la carretera por la que unos días después subirán en el Tour de Francia al Soulor.
Nos dirijimos hacia el Aubisque y hay volvimos a parar, con un cicloturista español que nos pidió que le hiciéramos una foto. Había salido de ruta a las 6.20 y decía que desde allí se iba a subir Hautacam.
Grandes vistas hacia cualquier sitio desde el Col del Aubisque, con grandes montañas, valles, praderas, vacas por doquier ...
Todo eso no lo habíamos podido ver por la niebla dos días antes. Empezamos el descenso, pasando por la estación de Gourette y un poco más abajo paramos a buscar la cascada du Gross-Hetre, poco señalizada, hay que ir muy atentos, ya que sólo un poste de madera con indicador amarillo junto
a una casa a mano izquierda después de un par de curvas es el sitio.
Está prácticamente al lado de la carretera, con un microclima tremendo, lleno de humedad, sin que entre el sol y con una especie de sanguijuelas enormes por todas partes que hacen estar inquieto y mirando todo el rato al suelo, pero una cascada formidable. Con un sobao para reponer energías.
Seguimos descendiendo hasta la localidad termal de Eaux-Bonnes y hasta el final del puerto en Laruns.
Desde ahí fuimos avanzando por el Vallee de Ossau por un desfiladero en ligera subida, ya que es la primera parte del interminable ascenso al Portalet, hasta llegar a la localidad de Eaux Chaudes, donde estuvimos buscando una cascada que no encontramos.
Así que seguimos hasta el desvío hacia el Lago de Bious-Artigues, un tramo corto de carretera, bonito en la parte previa al embalse, y duro, con un 15%, pero que solo está a 1427 metros de altitud.
Ahí hay un buen aparcamiento donde ya había unos cuantos coches y donde aparcamos y empezamos nuestra ruta hacia el lago de Ayous.
Como mi tobillo no estaba muy allá empezamos despacio.
Unos dos kilómetros con una parte tranquila y otra muy empinada y dura hasta llegar a una apertura donde a nuestra izquierda se extendía un valle a los pies del increíble pico del Midi d'Ossau, de 2884 metros, y a nuestra derecha continuaba la ruta en pleno ascenso y adentrándose en un bosque.
Nos quedaban en teoría unos 3,5 kilómetros. Avanzamos casi dos kilómetros por un bosque muy tupido, donde casi no penetraba la luz y con mucho desnivel.
Llegamos a un mínimo claro con dos casetas y otro breve tramo de bosque hasta empezar un tramo ya sin vegetación que nos iba a llevar hasta el primer lago, bastante chulo y muy esperado, con el Pic du Midi d'Ossau a nuestra espalda imponiéndose.
Tras trepar por el lateral de una cascada se llega al segundo lago, con un pelín de dificultad pero muy bonito el acceso.
El día se estaba oscureciendo y empezaban a sonar truenos, así que subimos hasta el lago final, al fondo del cual estaba el refugio.
Paramos en la ladera del lago a reponer fuerzas, chocolate y pan, con un poco de fresco y yo dado mi tobillo y la tormenta que se olía empecé a descender rápido, sin ir al refugio.
Descendí hasta el primer lago y empezó a llover, y sobre todo muchos rayos y truenos.
Así que incrementé el ritmo lo que mi tobillo me permitía hasta llegar a esa primera zona boscosa.
Ahí dudamos si parar pero parecía que la tormenta se había alejado un poco así que fuimos descendiendo a través del bosque poco a poco, hasta llegar al desvío y hacer los dos últimos kilómetros hasta el coche, dónde la lluvia volvía incrementarse.
Yo me tumbé un rato en el coche ya que estaba muy cansado por el esfuerzo de mi tobillo y dado que la lluvia no remitía pasado un buen rato decidimos irnos para aprovechar algo más el día.
Como era inviable hacer una segunda ruta larga hasta el pico de la Sagette, decidimos probar con un lago que había en las proximidades de nuestro Hotel.
Así que ya con el sol brillando paramos a contemplar otra cascada que hay en la estación de esquí de Gourette, desde la distancia eso si y volvimos a pasar por el Aubisque y el Soulor, con las vacas campando a sus anchas por todas partes, incluida la carretera.
Al terminar el descenso del Soulor tomamos un desvío hacia el Col de Borderes y nos topamos con un bonito puente.
Desde allí se podría haber hecho alguna ruta más, por una carretera de las que parece malas por el Vallee de Arrens para subir hasta el Lac de Miguelou o al Lac d'Artouste, un sitio muy reseñado pero que era complicado de acceder y que implicaba seguro perder un día entero.
Así que después del puente y el Col de Borderes nos fuimos hacia el Lac d'Estaing. Un lago al que no hay que subir mucho y que encima te permite llegar hasta él en coche y que la verdad que era una maravilla. Un remanso de paz y tranquilidad y una estampa idílica.
Parecía que no iba a ser un gran sitio y resultó ser un lugar muy recomendable.
Yo evidentemente no estaba para muchas bromas, ya que a mi maltrecho tobillo se había sumado un escozor de ojo tremendo, así que lo primero que hice fue ir a refrescar mis ojos y luego a comer algo, mientras mi hermano se daba una interesante vuelta al lago.
Aunque no hiciera ese paseo la visita fue muy recomendable.
Desde ahí ya sólo quedaba descender al pueblo, donde tras una ducho y un poco de tratamiento de mi tobillo dimos un pequeño paseo por Argeles-Gazost ya que íbamos a estar allí cuatro noches y merecía la pena un mínimo paseo.
Cena en la magnífica terraza de la habitación del hotel y a dormir!
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