martes, 16 de julio de 2019
Pirineos día 6
Amanecía con buen día el en principio último día de nuestra estancia en los pirineos franceses, siempre en la parte que linda con la provincia de Huesca.
Así que temprano desde Saint Lary nos fuimos directos a por la ruta del día, sin más preámbulos.
Volvimos a subir por el Col de Val Luron, descenso a Loudenvielle y ascenso por primera vez al Perisur como diría Perico Delgado, para tras hacer la parte más pronunciada del mismo y sin llegar a Bagneres de Luchon tomar el desvío hacia el Lac d'Oo, nombre peculiar.
Antes de llegar al aparcamiento final nos interrumpieron mínimamente el tráfico por una prueba atlética que se estaba celebrando.
Sin darle más importancia seguimos hasta el final.
Era sábado y el aparcamiento estaba prácticamente lleno, aparcamos de milagro, parecía raro.
En fin, nos pusimos en marcha con un día magnífico para ascender los 400 o 500 metros de desnivel hasta el lago.
Rápidamente nos adentramos en terreno boscoso con gran desnivel y rápidamente también nos empezaron a pasar atletas, la carrera que antes habíamos visto discurría por nuestra ruta.
Primero a cuenta gotas y luego casi en manada, con caras desencajadas del esfuerzo, muchos andando por la pendiente, con bastones ...
había todo tipo de competidores, y evidentemente nos iba a dificultar la ruta, porque había que facilitarles el paso en la medida de lo posible.
Porque como vi en el dorsal de alguno de ellos estaban haciendo 42 kilómetros transpirenaicos, durísimo.
Así que fuimos ascendiendo con traquilidad sin mucho reseñable hasta llegar al lago, el cual no tenía tampoco mucho espacio.
Un puentecillo antes de llegar a la represa que lo cierra nos indicaba el camino hacia el refugio-bar que hay allí, pero seguimos por la izquierda y cuando alcanzamos el lago vimos lo más espectacular del día y por lo que merecía la pena subir hasta allí, una cascada enorme y con mucha cantidad
de agua que vertía sus aguas sobre el mismo.
En esta zona se estrechaba la vereda, y a parte de no dejar de pasar corredores había familiares o amigos que habían subido hasta allí para animar.
Lo cual nos hizo replantearnos seriamente la situación.
Quedaban unos 500 metros de desnivel positivo hasta el refugio que marcaba el final de la ruta y encima duros, sumados a una senda estrecha llena de corredores ...
Con ese cocido decidimos dar media vuelta y deshacer la ruta hasta el coche.
Los corredores no dejaban de pasar hasta que a mitad de ruta vimos pasar a gente que parecía la última por su condición física y su apariencia.
Pero ya llegando al aparcamiento volvían a pasar más, parecía que había que hacer más de una vuelta porque estos eran gente preparada.
Llegamos al aparcamiento y nos dispusimos a reponer fuerzas mientras veíamos a algún corredor pasar, pero muy escasos, había muchas diferencias.
Después de un buen rato allí decidimos dejar el lugar y mientras descendíamos veíamos como por nuestra izquierda, por la ladera, venían algunos corredores más.
Pues nada, bajamos hasta Bagneres de Luchon y decidimos recorrer las dos carreteras que salen hacia el sur y no la que lleva a España por el Portillón.
Primero la recorre el Vallee de Lys, dejando a mano derecha la subida a Superbagneres, prácticamente inédita en el ciclismo desde finales de los 80, aunque Perico habla de ella.
Al final de la carretera una cascada, la de Enfer, al tener nombre suelen ser más atractivas.
Y tanto que lo era, porque eran casi dos cascadas en una, el chorro frontal con intensidad y una más leve por el lateral que venía de otro sitio.
Muy bonita.
Nos internamos para intentar llegar a otra cascada cercana pero fue más bien un poco fracaso, había mucha vegetación y aunque yo logré llegar hasta el lateral de la misma no se apreciaba bien.
Así que vuelta y a por la otra carretera, la cual llevaba hasta el recientemente descubierto Hospice de France, gracias a una etapa ciclista de la Ruta del Sur.
Allí había otra cascada con nombre, pero resultó un poco fiasco, ya que sólo era visible desde la carretera y desde allí no tenía mucho atractivo, y aunque buscamos alguna forma de subir a la parte de arriba no la encontramos.
No obstante la carretera hasta allí fue bien bonita, muy dura y muy apta para un buen ciclista.
Al final de la carretera estaba parte de la parafernalia de la carrera que antes nos habíamos cruzado en el lago, así que como no se podía ni aparcar, media vuelta y para atrás.
Estábamos ya apurando la estancia. Hicimos una parada en Bagneres de Luchon para comprar algo en un Casino (antiguo patrocinador de equipo ciclista) y echar gasolina. Luego sondeamos lo que teníamos alrededor, con alguna cascada de menos belleza en los alrededores y finalmente decidimos subir hasta el Port de Balés, con la intención de llegar al lago de Borderes, pero nos fue imposible.
Una carretera muy estrecha, que pasa por pueblecillos bonitos, con fuente la mayoría, donde repusimos agua.
La parte final se hacía peligrosa por la estrechez y porque aquí la gente conduce un poco como en Sicilia, a lo loco, al quítate tú que yo no pienso apartarme.
Bueno, finalmente alcanzamos la cima, en uno de esos puertos que no tienen grandes picos a su alrededor y desde el que dominas prácticamente todo el terreno adyacente.
Lo primero que hicimos fue comer un buen chocolate blanco que había comprado yo el día anterior, que supo a gloria y tras eso nos fuimos a coronar un pequeño monte que había a la derecha de la carretera al que veíamos que se dirigía bastante gente.
Y allí, con la sorprendente estampa de dos personas que habían subido su silla para sentarse allí simplemente a leer, a meditar o a contemplar el horizonte, teníamos una buenas vistas de los picos de la zona, aunque no fuesen los más altos.
Veíamos Superbagneres colgado al estilo Pla D'Adet y mucha montaña.
Analizamos la forma de intentar llegar al lago de Borderes que debía estar cerca, pero había que ir por un camino, que en la guía estaba indicado como carretera, muy estrecho, de tierra, creo que prohibido salvo autorización, así que no pudo ser y tuvimos que conformarnos con eso, que parecía hasta escaso es comparación con lo de otros días.
Volvimos hacía Saint Lary por el Peyresourde y esta vez no subimos por Val Louron y bordeamos las montañas que nos separaban de Saint Lary por una carretera recién asfaltada para el Tour.
Como no era tarde aprovechamos para dar un paseo por Saint Lary Soulan, que aunque es pequeño y no tiene nada destacado, es bonito, está cuidado y está limpio.
Así que tras eso a la habitación a ducharse, cenar, ver la primera etapa del Tour en diferido y luego a descansar.
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