Hace tiempo que tenía ganas de ir a Hervás, en principio sólo por el pueblo, pero no hace mucho me enteré que en sus proximidades existía La Chorrera de Hervás, así que creció mi interés por ir, y aprovechamos uno de los últimos días de estas atípicas vacaciones para ir hasta allí.
Por la ya famosa carretera para mi, y recorrida numerosas veces, que va desde Ávila hasta El Barco de Ávila, decidí que había que aprovechar el día y ver alguna cosa más, así que a la altura de Piedrahita, cambiamos de carretera, tomando la AV-102, con destino a la Autovía que baja de Salamanca a Plasencia.
En pocos kilómetros cambiamos a la provincia de Salamanca y nada más entrar en ella llegamos hasta el pueblo de Puente del Congosto, sitio que tenía interés por conocer.
Con un par de montículos interesantes a mano izquierda y una torre con un gran puente a la derecha que llaman la atención al entrar en el pueblo.
El pueblo es pequeño, pero tiene un berraco en pequeño, un rollo de justicia, esa imponente torre-castillo junto a la iglesia, y sobre todo ese gran puente sobre el Tormes, con poco agua, de 5 ojos, algo deteriorado, pero bastante presentable y de gran tamaño, recordando a otros grandes puentes.
Seguimos ruta por esa carretera hasta enlazar con la Autovía. Mi siguiente punto de interés era Montemayor del Río, que hace tiempo que me atraía por la foto de su castillo.
En la autovía ni siquiera viene referencia en ningún desvío, así que tiramos de mapa, y salimos a la altura de Puerto de Béjar, y rápidamente había indicaciones hacia Montemayor, con el cartel en marrón de interés turístico.
Avanzamos por la carretera, en pendiente descendiente, y entre la vegetación, en un pequeño tramo sin ella, se puede ver la primera imagen del pueblo, en una hondonada rodeada de montañas, con su castillo imponente en lo más alto, francamente bonito, y un emplazamiento sorprendente para lo que esperaba y atendiendo simplemente a un mapa.
Llegamos al pueblo y aparcamos junto a una fuente en la parte baja del castillo. Comimos algo y vimos allí un cartel de ruta, que aunque no estaba en el planning original, nos resultó interesante.
Así que emprendimos esos poco más de 6 kilómetros que marcaba a la Peña del Almirez, que suponíamos que era dónde se encontraban unas antenas que había en el cerro de enfrente y que podría ofrecer unas buenas vistas.
No es larga, pero hay que salvar un buen desnivel, sobre todo en la parte inicial, por una calzada de piedra que parece hasta romana, y atravesando zonas de vegetación muy bonitas, con musgo y árboles interesantes, mientras se va viendo quedarse el pueblo más abajo.
La ruta va girando hacia la izquierda y se pierde la vista sobre el pueblo.
En torno a los 3 kilómetros se llega a la parte alta del monte, donde hay dehesas, y se queda uno un poco desubicado.
Hay que seguir el camino perfectamente marcado, apto para todoterrenos, el cual más adelante va girando para ponerse otra vez orientado hacia el pueblo.
Llegado a un cerradero, donde el camino gira a la izquierda, nos paramos y al echar la vista atrás, vemos que las antenas han quedado a mano derecha.
Así que retrocedemos mínimamente y cogemos un camino que no se veía salir del principal y enseguida llegamos a las antenas, dónde efectivamente se tienen unas fantásticas vistas del pueblo y los montes que lo rodean, con los picos más altos de la zona por detrás.
Para no dar toda esa vuelta que habíamos hecho subiendo, pensamos que dada la dirección que había seguido la ruta, se debería poder alcanzar el camino fácilmente yendo hacia nuestra derecha y ahorrarnos más de 2 kilómetros, y así lo intentamos.
Y efectivamente, en poco tiempo, tras salvar alguna zarza, eso sí, conseguimos llegar al camino, todavía en la parte arbolada y con pendiente ascendente que habíamos hecho para subir.
En seguida se presentó un contratiempo, de bajar demasiado rápido a lo tonto, con muchas hojas ya caídas en el suelo, que en algunos casos escondían el relieve del mismo, pisé mal y me doblé un tobillo, cosa muy típica en mi. Dolía, aunque no parecía inmovilizante, así que intenté que no se quedara frío y continué muy despacito hacia el pueblo. Quedaba la zona más empinada y con más piedras, pero por suerte conseguí llegar sin más sobresaltos.
Directos a ver el castillo, en la plaza que comparte con la iglesia, y de bajada una plaza interesante y un puente de piedra a la entrada del pueblo, junto a una ermita y otra ruta fluvial. La lástima es que el puente está bastante inaccesible y fotografiable por la densa vegetación junto al río Cuerpo de Hombre.
Así que desde allí ya hacía Hervás, atravesando el pueblo de Baños de Montemayor, en el que no paramos, y que no sé si tendrá algo interesante, más allá de sus Termas, que no sé si conservan algo de origen romano, pero que resultó curioso ver la cantidad de hoteles que había en él, para tener
poco más de 700 habitantes ... habrá que investigar si hay alguna ruta de interés.
Pues unos minutos después estábamos en Hervás. Intentamos aparcar en donde ponía que salía la ruta, sin tener en cuenta la estructura del pueblo.
Y efectivamente, conseguimos llegar a la Plaza del Convento, pero no es sencillo que digamos. Encontramos un sitio de casualidad, y si no hay sitio, casi es más recomendable aparcar un poco más arriba, junto al puente de hierro.
Hay un cartel de la ruta en la plaza, muy bien detallado y aderezado con dibujos. Después de comer algo salimos desde allí, la ruta no tiene ninguna perdida, pero haciéndole una foto al cartel de la plaza se puede consultar de vez en cuando.
Tiene dos partes bien diferenciadas, la primera, siempre por asfalto hasta el parte baja de la presa, que carece de poco interés, porque además de haber construcciones todavía, los mosquitos y demás insectos se tiran a ti y se hace realmente incómodo.
Creo que es la ruta en la que los insectos más me han incordiado, no sé si el repelente hubiera hecho algo, pero es bastante molesto.
Pasada la presa hay un puentecillo a mano izquierda a la altura de una casa, pero comido por la vegetación, y viene una recta con buena pendiente y después unas eses para ganar más altura, y dejarnos ya en el lugar donde se desvía la ruta.
De frente hay una construcción, que será algo para temas hidraúlicos, y a mano derecha, monte a través aparentemente continua la ruta. Ahora, hay que ir fijándose, por si acaso, en las pinturas de la ruta, una línea blanca y otra amarilla.
Esta parte de la ruta es muy interesante, aunque durilla. Una serie de zetas, entre una densa vegetación, pero por una vereda perfectamente marcada y despejada, que nos van haciendo ganar altura. Según las indicaciones no restamos ni 500 metros a la distancia de la ruta en este tramo, pero se hace exigente por la inclinación y parece más.
Arriba hay una especie de escalones de madera para la parte final que dan a una antigua construcción de canalización de agua.
Se bordea por la derecha y poco más adelante tenemos un gran mirador a nuestra derecha, con vistas del pantano que había a mitad de ruta, de Hervás, y de más embalses al fondo. Otro sitio muy interesante.
El siguiente tramo de la ruta transcurre pegado a esa canalización de agua, seca en estos momentos, y en una especie de bóveda que forma la vegetación sobre nosotros en algunos tramos, a la sombra todo el tiempo. Muy interesante también.
Pasados unos minutos llegamos a una pequeña garganta la cuál hay que cruzar y seguir hacia la izquierda, parecía que la chorrera iba a estar ahí y extraña un poco la dirección que toma la senda, pero está bien indicado.
Poco después nos cruzamos con las dos únicas personas que vimos en toda la ruta, que nos dicen que ya está cerca y que no hay nadie.
Así que tras otro pequeño tramo de ascenso, se ve que se abre otro claro, y al girar un poco a la derecha aparece la Chorrera a unos 80 metros, pero con un mirador ahí para el que no quiera bajar, nosotros nos acercamos al pie de la misma.
No cae una gran cantidad de agua, aunque he visto fotos con bastante más, pero el sitio es francamente bonito y la cantidad de agua suficiente para hacerlo muy pintoresco. La segunda parte de la ruta es de lo más bonito de este año sin duda.
Pues nada, media vuelta, y por el mismo camino hasta el coche, haciéndose un poco duro ya que se me cargan los cuádriceps mucho en los descensos con bastante desnivel, porque llevaba un pequeño esguince en el pie, porque era la segunda ruta del día y otra vez por los mosquitos en esa parte asfaltada más cerca del pueblo.
Dimos una vuelta por la Judería, la iglesia de lo alto del pueblo, algunas otras calles y bajamos hasta el puente de la Judería, y con eso completamos la visita.
Pero, para completar el día, decidimos salir del valle por la carretera que lo comunica con el Valle del Jerte a través del Puerto de Honduras.
Una carretera muy poco transitada y ni siquiera dada a conocer por La Vuelta ciclista a España, solo recuerdo que hayan pasado una vez.
Aunque no tiene muchos miradores, alguno sí, la propia carretera en sí es muy bonita, con tramos de arbolado cerrado, donde apenas entra la luz, y una zona completamente aislada, sin ninguna población cercana.
A pesar de su no mucha altitud, 1440 metros, parece un puerto de alta montaña por la longitud y el paisaje. Arriba, un cerrado con un montón de vacas, fue la única presencia de vida.
Y el descenso parecido, con una distancia y desnivel parecidos, hasta las proximidades de Jerte, una zona que ya conozco bien y también francamente interesante.