viernes, 24 de febrero de 2017
Burgos en 5 días - Día 3
El tercer día tenía que llevarnos a visitar toda la parte noreste de la provincia, la que linda con el País Vasco en su mayor parte, con una gran variedad de cosas a ver.
Tras el segundo desayuno partimos por la nacional paralela a la autovía que comunica Burgos con Vitoria y cuya primera parada debería ser la cuarta localidad más poblada de la provincia, Briviesca. Al cabo de unos kilómetros nos adentramos en una espesa niebla que según iban pasando los kilómetros, lejos de desaparecer parecía más intensa.
Así que en plena niebla nos plantamos en Briviesca. Aparcamos sin ningún problema muy céntricos y tras dar un paseo por las calles que unen la colegiata con la Plaza Mayor en la cual está su ayuntamiento y otra bonita iglesia hicimos una parada en un bar para tomar algo caliente y reanudamos la marcha dirección a Miranda de Ebro.
Por medio, con un poco menos de niebla, atravesamos el desfiladero de Pancorbo, el más conocido, pero visto lo visto de los más cortos y menos angostos de la provincia. Aunque me hubiera gustado parar en el puerto iba un poco empanado y se me pasó, así que seguimos ya rumbo a Miranda.
En Miranda parábamos casi porque es el segundo núcleo de población más importante, no porque tenga nada especialmente interesante o llamativo. La parte antigua estaba al otro lado del río Ebro, y allí, un castillo muy soso al que decidimos no ir, una especie de convento o monasterio, una iglesia y un puente con unos leones fue todo lo que vimos, con unas aceras peculiares y peligrosas, ya que están al mismo nivel que la zona por la que deben circular los coches y estos a pesar de ser el casco antiguo, estrecho y de adoquín en vez de asfalto, iban bastante deprisa.
Desde allí retrocedimos ligeramente a la próxima Santa Gadea del Cid, extrañamente casi en Vitoria, y lugar en el que el Cid hizo su juramento. Por carreteras poco transitadas y todavía con la niebla como compañera de viaje llegamos al pequeño pueblo. Situado en una llanura con un pequeño montículo en el que se asentaban los restos del castillo. El pueblo era bonito, con varias construcciones interesantes y con la mayoría de casas y calles con cierto encanto. Lo recorrimos casi en su totalidad y continuamos el camino hacia el norte buscando el Salto del Nervión.
Atravesamos durante unos kilómetros la provincia de Álava donde pasamos junto a algún puente chulo en el que no paramos y junto a una especia de castillo parecido a la Torre de Mendoza en el que hicimos una breve parada para continuar la marcha rumbo a la localidad de Berberana, un entrante que hace la provincia de Burgos en la provincia de Álava.
Cuando llegamos paramos en el único bar que debe existir allí ya que el pueblo cuenta con apenas 80 habitantes y tomando un café le pregunté a la chica si traía agua el Salto del Nervión a lo que me dijo que le constaba que no, que hacía dos días si pero que como no había vuelto a llover ya no.
Subimos en dirección al espacio natural del Monte Santiago, muy cerca del Puerto de Orduña y de Álava y rápidamente llegamos al aparcamiento junto a la carretera desde el que acceder a la zona.
La niebla en ese momento era bastante densa.
Aunque inicialmente aparcamos allí, al final decidimos entrar en coche por la pista, en muy mal estado por cierto, por lo menos para las características de mi vehículo. A los pocos metros, como por arte de magia, la niebla se disipó completamente y el cielo quedó en un color azul radiante.
Tras recorrer más de dos kilómetros llegamos al último aparcamiento que distaba aproximadamente otros dos kilómetros a pie del punto donde contemplar el Salto del Nervión.
Fuimos paseando por una senda entre un bonito bosque en vez de por la pista oficial para salir a ésta más adelante, a unos 800 metros del destino.
Y allí llegamos finalmente, a un sitio espectacular y sobrecogedor, un sitio que se debería visitar una vez en la vida, lástima que nosotros lo hicimos sin el aliciente del agua precipitándose al vacío. No se puede tener todo, que haga un día estupendo y a la vez que haya agua abundante.
Allí, subidos al mirador, colgando del vacío se contemplaba el impresionante hueco que se habría de repente en la tierra, y un bonito valle al fondo.
Se veía el cauce por el que debería bajar el agua de lluvia o de deshielo o nieves fundidas, en el cual quedaba algún charco, pero no corría para precipitarse por esos 200 metros de caída libre.
Asombrados por la belleza del sitio volvimos al coche. Era la hora de comer prácticamente y paramos de nuevo en Berberana, en el mismo bar que al pasar antes. Como era tarde, había que comer y no sabíamos donde íbamos a encontrar otro sitio para hacerlo, decidimos comer allí.
Quedaban muchas cosas marcadas en el plan del día y no mucho tiempo. Así que cogimos la carretera nuevamente. Llegamos a la bifurcación con el Valle de Mena a la derecha y el Valle de Tobalina a la izquierda. Villasana de Mena no entraba en los planes por lo lejos que se encontraba, pero si que había allí próxima una cascada en el Valle de Angulo que desestimamos por falta de tiempo y por la posibilidad de que tampoco tuviera agua como el Salto del Nervión.
Así que giramos ya en dirección Burgos para completar el plan del día. Recorrimos el apacible valle hasta llegar a la localidad de Pedrosa de Tobalina, donde había una bonita cascada en el propio pueblo. Y vaya si era bonita. Una especia de cataratas del Niágara en miniatura por lo amplio de la zona de caída del agua. Pudiéndolas contemplar al pie de las mismas y justo también a ras de caída del agua. Una maravilla y encima atravesando el propio pueblo y al lado de la carretera, algo casi insólito.
Con una buena dosis de energía por el magnífico sitio recién contemplado seguimos en dirección a Frías, uno de esos sitios que tenía ganas de conocer casi desde que era pequeño, ya que me dejó prendado la ubicación y forma de su castillo.
Ya empezando a atardecer llegamos al pueblo, encajado entre varias montañas, pero antes paramos abajo en el valle por el que discurre el río Ebro a sus pies donde se encuentra el espectacular puente de la localidad, en curva, inmenso y perfectamente conservado, seguramente el mejor puente visto en el viaje.
Tras deleitarnos con él con la silueta del castillo de fondo subimos al pueblo, donde por la calle principal subimos hasta la iglesia y el castillo. Una maravilla de pueblo y de enclave, con unas casas colgadas al estilo de Cuenca.
Estaba poniéndose el sol y todavía quedaban cosas, en especial yo tenía mucho interés por el colindante Tobera, un sitio que había encontrado por internet y que me atraía mucho, ya que pensaba que era un paseo largo. Llegamos en 5 minutos allí. Paramos junto a la ermita que hay adosada a una pared de piedra y empezamos el descenso del Paseo del Molinar, que aunque yo creía que era largo y fuera del pueblo, en realidad transcurría por el mismo y apenas tenía 300 metros.
Durante ese recorrido encontramos dos bonitas cascadas, con un puente y un mirador. Además las dos cascadas diferentes, mientras una se deslizaba por entre la piedra, la otra suponía un salto de agua al vacío. Aunque inicialmente un poco decepcionado por la idea que me había hecho del mismo, finalmente me pareció fantástico el Paseo del Molinar.
Ya tan solo quedaba Oña para completar el planning del tercer día. Así que por una carretera prácticamente vecinal y en un muy mal estado nos adentramos en otro desfiladero al final del cual se encontraba el pueblo de Oña, con su monumental monasterio dominando el pueblo.
Otro pueblo rodeado por montañas y con un desfiladero. Uno cuando mira el mapa no se intuye eso.
Tenía más vida que muchos de los visitados y dio una sensación de un sitio bastante agradable y chulo para vivir. Desde la carretera pegada al río ascendimos por las calles del pueblo hasta el monumental Monasterio y sus alrededores donde se concentra la mayor parte del atractivo del pueblo, y vaya que si lo tiene.
Ya era de noche, pero como no quedaba nada más por ver no había prisa por volver, así que con calma y andando despacio dimos un paseo por el pueblo y pusimos fin a la lista de sitios a visitar para esta tercera jornada.
Volvimos al coche y pusimos rumbo a Briviesca para coger la Nacional de vuelta a Burgos donde llegamos más tarde y un poco cansados, así que solamente Fede salió a darse una vuelta por Burgos.
Briviesca
Miranda de Ebro
Santa Gadea del Cid
Salto del Nervión
Pedrosa de Tobalina
Frías
Oña
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